"Historias en Terrícolandia: El terrícola insatisfecho" (VI).
El contenido publicado a continuación pertenece al libro titulado “El terrícola insatisfecho” que forma parta la Trilogía Terrícola publicada en Amazon:
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© Textos: Fran laviada 2022 (Todos los derechos reservados)
Capítulo 14
“La democracia es una comida saludable, que se mueve entre la carne y el pescado, pero si la pasamos por la parrilla, y le quitamos la grasa de la corrupción, sería mucho más sana”.
El sistema político que defiende la soberanía del pueblo, y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes, es la democracia, así resumido, y fácilmente entendible, sin necesidad de extenderse demasiado. Y la expresión máxima para ejercer ese derecho, que todos los ciudadanos tenemos, cuando cumplimos la mayoría de edad, es mediante el voto que utilizamos para elegir a los políticos candidatos que se presentan, y para ello depositamos el “papelito” blanco que nos permite escoger a los diputados, que son de nuestro agrado, y el de color “sepia” para hacer lo propio con los senadores, aunque los entendidos dicen, que el Senado, es una especie de “Cementerio de Elefantes”, al que van a parar, muchos políticos de larga trayectoria (gran parte de los cuales se resisten a jubilarse), a los que como premio, una vez que han entrado en el tramo final de su carrera, se les recompensa por los servicios prestados (entrega, eficacia y en muchos casos, solo, fidelidad y sumisión a la “causa”, cada uno la suya).
Como no soy un especialista en la materia, no puedo afirmar con rotundidad que el Senado, sea algo inútil, pero si un día se lleva a cabo un referéndum sobre qué hacer con la también llamada “Cámara Alta”, que cuenten con mi voto afirmativo, para que desaparezca, y lo mismo, si también utilizan el mismo procedimiento, para que los españoles podamos elegir de una “puñetera” vez, si queremos seguir con la Monarquía o nos modernizamos y damos paso a una República, y que por fin se pueda designar democráticamente a nuestro Jefe de Estado, pero bueno, eso ya me parece que sería mucho pedir, así que no caerá esa breva. Y que conste, que un servidor no tiene nada personal en contra de “Su Majestad”, pero sin duda alguna, sería un ejercicio muy sano de democracia que el actual Rey, se presentase a las elecciones (republicanas, por supuesto) como “cualquier hijo de vecino”, para saber si el pueblo quiere que sea la primera autoridad de la nación. Pero bueno, eso sería establecer un debate demasiado extenso, y ahora no toca.
Volviendo a las elecciones, hay que decir, y eso lo sabe todo el mundo, que la democracia no es perfecta, y tiene muchas grietas, quizá demasiadas, que en el caso de nuestro país, se van haciendo más grandes a medida que el tiempo va pasando, así que no estaría de más, que los señores políticos (sobre todo los más vagos, que los hay, además son bastantes, más de los que un país en crisis, puede permitirse), levantasen más a menudo el culo (gordo, el de muchos. ¡Señorías, más ejercicio, por favor!) de sus cómodos asientos (escaños), y se pusieran manos a la obra, cual fontanero para desatascar las tuberías del poder, que emanan un tufo insoportable porque están llenas, entre otras porquerías, con la “mierda de la corrupción (insisto en ello, aún a riesgo de ser pesado en exceso), delitos fiscales de todo tipo, “pelotazos”, comisiones del 3% y de ahí para arriba, “enchufismos”, “amiguismos” y toda clase de “ismos”, y se podría seguir...”
Y ya que el asunto va de VOTAR, que no solo sirve para manifestar una opinión, también hay que hablar de BOTAR, y eso en democracia también sirve para despedir a alguien de su empleo, en este caso para mandar a sus casas, a aquellos que han incumplido con sus obligaciones, que han sido unos incompetentes o que han “metido mano en la caja”, aprovechándose de su cargo (da igual su ideología, los que sean, con independencia del partido al que representen). Individuos, por llamarlos de alguna manera, que han traicionado miserablemente, la confianza que sus electores habían depositado en ellos.
Para terminar, decir con el objetivo de completar este apartado, en especial para evitar cualquier confusión, que cuando se hace referencia por parte del autor, a un indisimulado favoritismo republicano, no se habla de colores, la República, no es ni roja, ni azul, ni verde, ni blanca, admite todo una amplia gama de colorido y tonalidades, aunque desde luego, es muy respetable la decisión de los que gritan, eso de: ¡Viva, el Rey!, aunque los únicos méritos de quien ocupa un trono (el de aquí, o el de cualquier otro sitio), sea apellidarse “Fulanez o Menganez”.
Resumiendo:
En el revoltijo de “Urnas, Votos y Elecciones”, hay que tener en cuenta lo siguiente: El “Poder” (ese misterioso ente, que mueve los hilos del mundo), tenido en cuenta como la capacidad de ejercer un dominio hegemónico sobre los individuos, con independencia de cuál sea su condición social, ideología, raza, sexo..., utiliza muchos caminos para conseguir sus fines, y por eso emplea las armas de:
1.- El analfabetismo y la incultura. Si el ciudadano es más bien “cortito”, más fácil se le engaña.
2.- Asustar a la gente, funciona siempre: ¡Cuidado, qué viene el Lobo! (y no precisamente, el del turrón). El miedo, siempre fue un recurso excelente para manejar voluntades y sumar adhesiones (¡Solo nosotros podemos protegerte!).
3.- ¡La letra con sangre entra!. Cuando el autoritarismo adquiere su máxima expresión, la careta se cae al suelo y la “Bestia”, muestra su verdadera cara.
Afortunadamente en España, de momento, y salvo alguna intentona golpista “patética”, que no merece la pena ni mencionar, nuestra salud democrática, es excelente y los “ruidos de sables”, hace ya mucho tiempo que dejaron de sonar, aunque siempre hay algún "loco", que echa de menos los gloriosos tiempos de una "Grande y Libre" (y cosas por el estilo).
Y cuando ya estamos listos para depositar nuestro “papelito” en la urna, ¿qué criterio nos guía para que sea el de un partido u otro?
Puede que haya más, pero los expuestos a continuación, seguro que están en la mente del votante:
a) El Voto Ideológico: El que dice: “Lo misma da que mi partido lo haya hecho horrible y esté lleno de corruptos, voy a seguir votándole siempre”, ¡pues olé tus huevos tío!
b) El Voto Interesado: El que piensa: “Si gana el partido tal, han prometido que el subsidio de paro pasará de dos a tres años, así que a mí, como solo me queda un mes para seguir cobrando, me viene estupendo continuar haciéndolo otro año más, o casos parecidos...” (Esto es tan solo un ejemplo, que nadie se engañe).
c) El Voto del Acojone: ¡Si ganan “esos”, el país se desarma! ¡Oiga, que en tiempos del “Cid Campeador”, ya decían lo mismo, y aquí seguimos! Cada uno es libre de creer lo que le venga en gana, o dejar que le metan el miedo en el cuerpo (a gusto del consumidor).
d) El Voto de la Desesperación: Muchos (por desgracia), saben que con los de siempre, están en el paro (y son los de larga duración), el banco les ha embargado el piso, no tienen un “puto euro”, y sus hijos están pasando hambre, y se preguntan: ¿Nos puede ir peor con los que vengan? ¡Pues, a votarlos!
e) El Voto de la Indiferencia: Que viene a ser el “No Voto”. ¡Porque estoy hasta los “cojones” de los políticos, al final siempre es lo mismo, todos quieren el poder y los ciudadanos les importamos una mierda! Son insoportables, con lo de ¡y tú más! Incapaces de ponerse de acuerdo, excepto para acordar sus sueldos, y amarrar sus pensiones para tener jubilaciones de lujo. Mejor quedarse en casa viendo un buen partido o disfrutando del capítulo de turno de la serie de moda.
Y esto es lo que hay.
¡Una ración de urnas a la plancha, por favor!
¡Y qué usted lo vote bien!
Capítulo 15
Escuché por primera vez el calificativo de Pagafantas, viendo una divertida película del mismo título, dirigida por el cineasta vasco Borja Cobeaga. El film clasificado dentro del género de comedia romántica, desarrolla una trama en la que el protagonista (el Pagafantas de turno), hace todo lo posible para que la chica de la que está enamorado, le haga caso, esperando que al final, ella, no tenga más remedio que caer rendida a sus pies. El final, obviamente no lo contamos, por consideración a todos aquellos que no hayan visto la película, cuyo visionado recomendamos, para los que quieran pasar un rato divertido, sin más complicaciones.
Volviendo al director antes aludido, declaraba en una entrevista que los Pagafantas venían a ser más o menos, los Calzonazos del Siglo XXI, y aprovechando esta comparación, nos referimos aquí a los auténticos Calzonazos, que habitan en nuestra sociedad actual, que son ni más ni menos, que aquellos que siempre, y dicho en sentido figurado, se bajan los pantalones, ante cualquier situación en la que se encuentren ligeramente presionados.
Son esa clase de personas que han cedido los derechos de su voluntad, dejándola en manos de otros, para que sean estos los que tomen las decisiones por ellos, son ese tipo de individuos que siempre dicen SÍ a todo lo que les proponen, y eso no es lo malo, lo verdaderamente grave, es que muchas veces lo que quieren decir es No, pero no se atreven a hacerlo.
Los Calzonazos viven sometidos a otras personas de carácter dominante, que les imponen sus ideas, deseos y caprichos, unas veces aparecen en forma de Suegra (o Suegro, para que nadie trate de machista al autor de este libro), otras es el Jefe en el trabajo, bastantes la Pareja de turno y en alguna ocasión, algún amigo con delirios de Fhürer.
Quienes de forma permanente andan con los calzones bajados, nunca tienen el valor suficiente, para llegado el momento, plantarse, y decir ¡Basta!
De paso, también pueden aprovechar para mandar de una puñetera vez a tomar viento, por decirlo educadamente, a tanto dictadorzuelo barato (en algunos casos, víctima en su propio hogar, de un cónyuge déspota) que pulula por el mundo, y que se esconde detrás de esa peculiar careta modelo Buen Rollito, que les permite pasar desapercibidos, confundidos en medio de la multitud.
Capítulo 16
Hoy en día, es muy habitual encontrarse con esa clase de personas, que de forma constante y cansina a veces, te dicen como tienes que ser, sin respetar para nada, como eres en realidad.
Existen muchos individuos, por desgracia para aquellos que tengan que su-
frirlos con frecuencia, que siempre tienen el deberías en sus labios, para a continuación añadirle, ir, volver, hacer, pensar, etc.
Resulta curioso comprobar los comportamientos de determinados individuos, con los que habitualmente hemos de convivir en esta moderna sociedad del siglo XXI, que siempre están más pendientes de los fallos de los demás, y sin embargo permanecen completamente ajenos a los suyos propios. Digamos, para definirlos de alguna manera, que son los sordos en el concierto de los errores, pues son incapaces de oír su propia melodía, en lo que a equivocaciones se refiere.
Si alguien tiene la mala suerte de tropezarse con ellos, el mejor consejo, que desde aquí podemos ofrecer, es utilizar al igual que ellos, el deberías, para añadir después ir a hacer puñetas, si bien la indicada, es la versión más educada, también las hay mucho más rotundas según las necesidades de cada caso, aunque las obviaremos en este escrito para no romper la armonía del mismo con expresiones malsonantes, que sin duda alguna, ciertas personas se merecen escuchar, y de la forma más contundente posible.
Lo que uno es, depende de uno mismo, y si debe o no de cambiar, es también uno mismo el que toma la decisión, no los demás.
Si una persona decide libremente lo que quiere hacer, ya sea avanzar, dar la vuelta y volver a empezar, o quedarse en el mismo sitio donde se encuentra, nadie tiene que venir a decírselo, salvo que sea el propio interesado el que pida ayuda o consejo.
Tampoco resulta inteligente quedarse como uno es, si hay determinados aspectos personales relacionados con el comportamiento, que se pueden mejorar, pero eso es una decisión que los seres humanos deben de tomar de forma libre, nunca impuesta.
La mejor opción, es desde luego, convencernos a nosotros mismos, de dar siempre un paso adelante que nos aleje de esa lacra llamada ignorancia (que se pega como un chicle a la suela del zapato) y nos abra de par en par las puertas del conocimiento, paso previo a la sabiduría, que solo la vida y la experiencia de la propia existencia, pueden aportar a la raza humana, para salvarla en especial del temor a lo desconocido (ya lo dijo el gran Charlie Chaplin, “La vida es maravillosa si no se le tiene miedo”), y le permita disfrutar más y mejor de su paso por el planeta Tierra, que como ya es conocido por todos, no es demasiado largo como para andar perdiendo el tiempo en tonterías y otros asuntos intrascendentes.
Pero al final, ¡siempre debe de ser uno el que decide, no otros!, sin dejarse manipular, mientras que las soluciones se buscan con gran insistencia, aunque en muchas ocasiones, no haya forma de encontrarlas (¡hay que procurar buscar bien!) a pesar de que lo intentemos, poniendo en ello la máxima dedicación y esfuerzo.
La mente crea los problemas, luego, depende en gran medida de nosotros, que los solucionemos o sigamos cebándolos como a los cerdos antes de la matanza, para que se críen gordos, fuertes y resistentes, y en consecuencia, sea mucho más complicado poder solucionarlos.
¡Qué fácil y estupenda sería la vida de las personas si no existieran los problemas!
Puede que esto sea cierto, pero en verdad, es algo que se nos antoja como irreal. Los seres humanos, de una forma u otra siempre tenemos problemas que resolver, y siempre los seguiremos teniendo, ya que en muchas ocasiones (de forma estúpida) nosotros mismos los creamos, unas veces sin intención, fruto de nuestra propia torpeza, y otras con ella, al final, de una u otra forma nosotros mismos somos el problema.
Hay problemas que no tienen solución, al menos de forma inmediata, quizá en el futuro puedan resolverse, pero no ahora, por lo tanto, lo mejor es en ese caso buscar el momento oportuno para solucionarlos.
A los que desde luego, si hay que encontrarles solución, son a aquellos que la tienen de forma más o menos inmediata. Esos hay que tratar de solventarlos con la mayor diligencia posible, encararlos de frente y no dejar para mañana, lo que hay que hacer hoy, y mucho menos esperar a que sean otras personas las que tengan que buscar la forma de resolverlos, algo que sin duda, a nosotros nos corresponde.
Es importante evitar la acumulación excesiva de problemas en el cajón de asuntos pendientes, pues si lo llenamos en demasía, no dejamos sitio para que entren en él, las soluciones que tanto necesitamos.
Hay quienes de forma permanente, tratan de resolver los problemas de los demás, pero no son conscientes (y si lo son, se hacen los locos) de que muchas veces, lo que realmente están haciendo es invadir sin ningún tipo de miramientos la intimidad del prójimo, y lo mismo da que sus intenciones sean buenas, con eso no basta, hace falta tener el tacto suficiente para darse cuenta de ciertas sensaciones que no todos tienen la capacidad de percibir.
Se da también el caso de que muchos solucionadores habituales de problemas (o aspirantes a resolverlos), no saben solucionar los suyos cuando se les presentan, y volvemos a aquello tan conocido de saber predicar con el ejemplo, para que no se den circunstancias tan incongruentes, como las del dermatólogo calvo (o que usa peluquín), que trata de venderte el último tratamiento contra la caída del cabello, el nutricionista obeso que te indica la dieta ideal para adelgazar, o el profesor de educación física que nunca hace deporte (ni tan siquiera se pone el chándal en la clase, aunque tan solo sea por cuestión de imagen) y les explica a sus alumnos lo bueno que es el ejercicio físico para la salud, por no hablar del médico que fuma delante de sus pacientes, mientras les advierte de lo dañino que para su salud es el tabaco, y así podríamos seguir hasta mañana....
Fran Laviada