El ingenuo soñador (XII).
Solo, solito. ¡Pobre Juanito! Solo, solito. Estaba escrito. Dejaron tirado a Juanito.
No era normal tanto abrazo. No era creíble tan buen rollo. No era auténtica tanta risa.
Era muy artificial tanta sonrisa. ¡Pobre Juanito! ¡Te dejaron tan solito!
¿Dónde está aquel que siempre se colgaba de tu cuello?
¿Y aquel otro que te abrazaba a todas horas?
¿Y qué fue del que siempre te daba palmadas en el hombro?
¿Y dónde se metió aquel que continuamente reía tus gracias?
(Aunque la verdad es que muchas veces, de gracia tenían muy poco).
¡Ay Juanito! ¡Qué solito te has quedado! Siempre fuiste un poco ingenuo.
Y también un poco tonto. Tus amigos tenían la cara muy dura.
Tan solo, impostores con caretas.
¡Qué solito te has quedado! ¡Pobre Juanito!
¿Y si estás mucho mejor, solo que mal acompañado, lo pensaste?