La reinvención de lo cierto (Capítulo 3).
Los
padres de Tristán, hicieron todo lo posible para educar bien a su hijo, y no
escatimaron esfuerzos para lograrlo y conseguir que fuera una persona de bien.
Trataron por todos los medios de hacerle ver siempre la realidad de la vida,
sin disfraces, llamando en todo momento a las cosas por su nombre, el pan es
pan, y el vino es vino.
Por
eso el pequeño, a pesar de la libertad que le daban para desarrollar sus
fantasías infantiles y sus sueños de adolescencia, siempre vivió con los pies
pegados al suelo, en un Mundo Real, ese que en muchas ocasiones, y por
desgracia para los seres humanos, se manifiesta con toda su crudeza pillando desprevenidos
a los más ingenuos, educados en la permisividad que supone esconder la cabeza
debajo del ala, porque siempre es más fácil vivir arropado por la manta
color rosa de la falsedad, que acostumbrase al frío y afrontar la realidad
de otras tonalidades más oscuras, pero muy ciertas.
El muchacho se había preparado bien, y
cuando llegó a la edad adulta, tenía muy claras algunas cosas para evitar en lo
posible, que la confusión y la ignorancia fueran piedras permanentes con las
que tropezar a lo largo del arduo camino de la existencia.
Por eso Tristán desde muy niño empezó a
diferenciar un cocodrilo de un caimán, fue consciente, que jugar al fútbol, no
era igual que pegarle patadas a un balón y así, continuando en la misma línea
de aprendizaje, a medida que iba cumpliendo años empezó a tener muy claro que:
¡NO ES LO MISMO!
Amor,
que cariño.
Soledad,
que olvido.
Timidez,
que cobardía.
Enseñar,
que adoctrinar.
Querer,
que ser querido.
Morirse,
que estar muerto.
Ser
valiente, que fanfarrón.
Autoestima,
que narcisismo.
Pensar,
que rascarse la cabeza.
Autoconfianza,
que prepotencia.
Ser
político, que servir a la comunidad.
Dar
un discurso, que dormir al personal.
Ser
independiente, que ser individualista.
Ser
calvo, que no tener ni un pelo de tonto.
Dar
una limosna, que hacer obras de caridad.
Ayudar
al prójimo, que inmiscuirse en su vida.
Cazar
para comer, que matar animales por placer.
Trabajar
en equipo, que el equipo trabaje para uno.
Mirarse al espejo, que ver realmente la imagen que hay en él…