De tres en tres (11).
1.- Las conversaciones interminables que no tienen ni pies ni cabeza, suponen
una pérdida total de tiempo y energía, y son propias de personas superficiales,
cuyo único aliciente es tener algo de qué hablar, de darle a la lengua
incansablemente, a pesar de que todo lo que dicen sea absurdo y sin ningún
interés para la persona que escucha el coñazo
que le están dando y que muchas veces tan solo lo hace (y con un gran esfuerzo)
por educación.
2.- Si hay algo que alimenta nuestro miedo, es la
opinión que el resto de las personas, puedan tener de nosotros, y es por eso,
que muchas veces nos comemos el tarro,
en exceso, hasta llegar al extremo de que tener unos pensamientos tan exigentes
con nosotros mismos, que se convierten en algo excesivamente tortuoso y por
supuesto insano.
¿Habré dicho alguna tontería?
¿Me aprecian?
¿Les parezco simpático?
¿Le habrá parecido mal la decisión que he
tomado?
¿Estarán enfadados con mi actitud?
¿Les
habré causado buena impresión?
Y cientos de ellos parecidos, que solo sirven amargar poco a poco nuestra vida, algo que siempre hemos de evitar, haciendo lo posible por mejorar nuestro autoconcepto aplicando el refrán tan conocido de que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
3.- Que una persona debe de luchar por conseguir sus sueños e intentar por
todos los medios posibles hacerlos realidad, es algo tan evidente, como que uno
se moja cuando llueve y no lleva paraguas. Sin embargo, darse cabezazos contra la pared por perseguir
lo imposible, hace que existan personas que se obsesionan tanto con algo que
les ha invadido por completo el cerebro, que llega un momento que pierden la
noción de la realidad, y se pasan gran parte (o el resto) de su vida intentando
morderse la nariz, algo a todas luces imposible, salvo que se tenga dentadura
postiza.