De tres en tres (2).
1.-Hay que mirar muchas veces con detenimiento, si merece la pena el porcentaje de euforia que logramos, al conseguir determinados objetivos que nos proponemos en nuestra vida, a cambio del tanto por ciento de decepción, igual o superior, que los daños colaterales del logro obtenido, pueden traer consigo. Y esto podemos aplicarlo a muchos apartados de nuestra vida, tanto sentimental, como económica o profesional.
Hay ejemplos claros, que lo demuestran, sin ir más lejos, en la vida laboral. Cuantas veces hay personas que son capaces de cualquier cosa incluso pegarse, pasando por otro tipo de acciones también lamentables, como hacer chantaje, amenazar, o vender a su propia madre, si hace falta, y todo, para ascender en la empresa, y conseguir ese puesto soñado con despacho incluido y placa dorada en la puerta (con el nombre y el Don delante, y el cargo de Director y lo que siga, más una secretaria, o dos mejor, y que estén buenas, si puede ser y no es mucho pedir), aunque a cambio, haya que soportar a un Jefe (siempre hay uno, que está por encima, aunque se ocupe un cargo importante) prepotente, tirano y en muchas ocasiones, incompetente, tanto, que incluso necesita apropiarse de las buenas ideas de sus subordinados para demostrar su valía y justificar la posición (inmerecida) que ocupa.
2.- La capacidad que en muchas ocasiones, tienen las personas para soportar toda clase de sufrimientos y adversidades, se escapa a todo lo comprensible, y de la misma forma, la maldad que también tienen otras personas (por llamarlas de alguna manera), queda fuera de la capacidad de asimilación del cerebro, de cualquier individuo que se considere poseedor de un mínimo de decencia.
3.- La diferencia que existe entre el ingenio que poseen los seres
humanos, queda de manifiesto cuando se establece la comparación entre unos y
otros, y vemos a esos (pocos) que en cualquier momento, pueden sacarse de la
manga fuegos artificiales y a los
(demasiados) que sin embargo, aunque lo intenten con un esfuerzo admirable, son
casi incapaces de encender una cerilla, incluso cuando disponen de tiempo
ilimitado para ello y una cantidad enorme de fósforos a su disposición.